Dejémonos llevar por los susurros e intercalemos, entre ellos, silencios que digan más que mil palabras pronunciadas sin ser sentidas.

jueves, 11 de julio de 2013

Vivimos inmersos en un mundo repleto de etiquetas, intereses y convencionalismos dónde maltratamos las palabras casi tanto como a nosotros mismos. Por ejemplo el te quiero, la gente lo usa y lo tira como si fuese un pañuelo de mocos con el que quedar bien; pero no. No queremos a la mayoría de la gente a la que se lo decimos (que no la totalidad ,claro). Sin embargo, en otras ocasiones, cuando de verdad queremos y amamos con locura , callamos como si nos hubiésemos quedado mudos. Puede que por el miedo a fracasar y colisionar contra la realidad. No estoy segura cual de las dos condiciona más nuestras acciones y nuestros propios sentimientos.

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