A la madrugada una inquietud me invadió, recorrió cada uno de los rincones de mi mente y revolucionó todos mis sentidos, quizás fueran sus ojos los más bonitos jamás soñados o quizá la emoción de mí corazón exaltado, aunque acongojado por las dudas y el miedo a perder algo tan preciado.
He de admitir que me resulta imposible negar sentir lo que siento, créeme pues no miento, que por más que intento sacarte de mi pensamiento no soy capaz de ello.
Y el silencio comienza a consumir mi alma, no consigo pronunciar ni una sola palabra y éstas se amontonan y se abalanzan sobre mi pecho y mi garganta y se clavan incesantemente.
Puede que sea uno de los peores castigos que en mi vida haya recibido, sin embargo, no hay nada que provoque en mí más felicidad que ver tú sonrisa brillar y destacar entre todas las demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario